Nos situamos en la cántabra comarca de Liébana, para ascender un puerto de enjundia como es el Puerto de San Glorio. Arrancamos en Potes, tomando la N-621, que comunica Cantabria con Castilla y León. Atravesamos La Vega de Liébana, en un recorrido de algo más de 25 kilómetros que nos conduce a la cima. Puerto de paso en la Vuelta a España 2014.
Altimetría: El perfil del Puerto de San Glorio destaca por sus cifras de longitud y desnivel, que le hacen asemejarse más a un puerto típico del Tour de Francia, que a uno de la Vuelta a España. Con casi 1300 metros de desnivel positivo y más de 25 kilómetros de longitud, sus machaconas pendientes a partir de Bores, en torno al 6.5 %, desgastan las fuerzas del más pintado. Catalogado como un puerto de 1ª Categoría.
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Potes, ríos Quiviesa y Deva |
Comenzamos la subida al Puerto de San Glorio en el municipio de Potes, localidad de unos 1500 habitantes (2013), situado en la confluencia de los ríos Deva y de su afluente el Quiviesa. Durante los primeros kilómetros, hasta Bores, remontamos este último río, en el tramo más asequible de la ascensión. Estamos en una zona bastante turística, por la proximidad de los Picos de Europa que hacen que Potes disponga de un entorno natural privilegiado.
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Panorámica de la subida |
Los 10 primeros kilómetros nos sirven de rodaje, para ir adquiriendo el adecuado tono muscular, en una ascensión que se nos puede hacer muy larga. La recursiva visión de la cima y la escasez de sombras acrecientan nuestra sensación de dureza. Por su parte, las curvas de herradura, que se nos presentan a intervalos regulares, animan a nuestras fatigadas piernas en su camino hacia la cima.
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Mirador del Oso |
Disponemos de miradores donde disfrutar de una magníficas vistas. Justo en el límite con León, hollamos nuestro objetivo y tomamos un camino de tierra hacia el monumento al oso, que aparece en la instantánea de la izquierda, recordándonos el respeto que debemos a la naturaleza, ejemplarizado en un animal emblemático de la zona, hoy en peligro de extinción. Momento de relajarse e iniciar un descenso que nos lleve a dar buena cuenta de un reponedor plato de cocido lebaniego, típico de estas tierras.