La ruta de hoy nos lleva al noreste de la provincia de Cuenca y más concretamente al municipio de Tragacete. Iniciamos la subida en la intersección de la CM-2106 con la CU-9161. Tomando esta última carretera ascenderemos el puerto del Cubillo, que separa Cuenca de Teruel. Tras 2 km de descenso, cogeremos el desvío a la izquierda en dirección Guadalaviar para afrontar las rampas del puerto del Portillo propiamente dicho, situandonos en la comarca de la Sierra de Albarracín turolense.
Altimetría: Fijándonos en el perfil, nos damos cuenta de que estamos ante dos puertos encadenados, separados por 8 kilómetros de transición más o menos llanos. El puerto del Cubillo consta de 5 kilómetros exigentes con numerosas rampas entre el 8 y el 12 %, que nos irán madurando para afrontar los 3 últimos kilómetros del puerto del Portillo, muy duros con pendientes medias prácticamente del 10 %.
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Rte Gamo, Tragacete |
El comienzo del puerto se encuentra próximo a la localidad de Tragacete, municipio de unos 300 habitantes situado en unos parajes naturales, que hace que el turismo sea su principal reclamo. Yo principalmente lo recordaré por el gamo estofado que probé por primera vez y por el exquisito trato recibido en el Restaurante El Gamo, que bien merece este enlace.
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Km 3, puerto del Cubillo |
De hecho, sabiendo la tarde que me esperaba, me prepararon una bolsita con fruta y embutido de ciervo, obsequio de la casa.
En cuanto al puerto, comienza con una vegetación en la que se mezclan encinas y pinos en el Cubillo, con una carretera en perfecto estado. Las crestas rocosas y los desniveles laterales, nos proporcionan espléndidas vistas en este tramo.
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Desde el puerto del Portillo |
Es esta una zona en que la simbiosis entre el entorno, lo curvilíneo de la carretera y las exigentes rampas hacen que podamos catalogar el puerto como muy recomendable. Ya en el Portillo, magníficos ejemplares de pino se adueñan de la vegetación, a la vez que el firme se vuelve más rugoso.
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En la cima |
Además de su dureza y del cansancio acumulado, su trazado más rectilíneo te va socavando moralmente, haciendo que llegues a la cima exhausto y muy debilitado. Menos mal que esta vez llevaba merienda y tras un rápido descenso al pueblo de Guadalaviar, di buena cuenta de ella.